jueves, 23 de noviembre de 2023

Entrevista con un marido cornudo

Entrevista con un marido cornudo.

Un amigo ha encontrado en internet una entrevista que ha considerado muy interesante y me la ha enviado. A mí también me ha parecido interesante y este escrito es parte de esa entrevista. No estoy totalmente de acuerdo con algunas de las cosas que se dicen, pero eso es normal. En una actividad como esta cada uno tenemos nuestra opinión y nuestro punto de vista, pero es muy importante conocer todas por lo que nos pueden aportar. Espero que les guste.

Mi entrevistado se hace llamar Pamplemousse (el apodo que utiliza en páginas de contactos que le permiten buscar corneadores para su mujer), tiene 46 años y vive en Barcelona. Es un hombre inteligente que desprende pasión en cada palabra que pronuncia, con una mente creativa y un tanto caótica. Y, dicho esto, disfrutad de la entrevista.

Pregunta.- He leído que un cornudo es el “esposo de una mujer adúltera”. Hay quien prefiere el término anglosajón de cuckold y he descubierto otra expresión que me resulta especialmente curiosa: marido consentidor. En tu caso en concreto, ¿Cómo te definirías?

Respuesta.- Esa definición que comentas es la definición tradicional, la del diccionario, pero yo no considero que mi mujer sea adúltera, para nada. Para ser adúltera hay que engañar, y eso es, precisamente, lo que no se hace en este caso.

En terminología liberal, cornudo es el que participa de la infidelidad -entre comillas- de su mujer. De ahí lo de “marido consentidor”.

P.- ¿No te parece una expresión machista? “Consentir”, como si la mujer no tuviera libertad…

R-. Esa es buena… No es consentir… pero tiene parte de lógica que sea así.

P-. ¿Sí? ¿Por qué?

R.- Porque es cosa de dos, ella no jugaría jamás sola sin que yo lo supiera. Es más ¡Ella nunca ha jugado sola! No es que me tenga que pedir permiso; es una experiencia que disfrutamos los dos, juntos, cada uno a su manera.

P.- ¿Cómo crees que te ven los demás?

R.- Como cornudo. Aunque a mí me gustaría que me consideraran más cornudo de lo que me ven. Es decir, que es lo que dice la teoría de Internet que hay que hacer. ¡Y fíjate que tengo ganas de que lo hagan! Pero en la cama. En la calle estoy a satisfecho con la imagen que tienen de mi.

P.- Entonces, ¿consideras que ser cornudo es una forma de sumisión?

R.- Totalmente. Lo que pasa es que luego no es así, no es tanto. En nuestro caso lo llevamos al revés: soy yo quien organiza las citas. Soy yo quien le digo a B lo que me gustaría encontrar en una cita y lo que no, lo que hacemos después y lo que no. Cuando lo ha hecho ella por propia iniciativa –siempre sabiendo que me iba a gustar-, me ha sorprendido mucho y me ha puesto muchísimo más cachondo. Pero en el 90% de los casos soy yo el que tira del carro. No me puedo considerar sumiso. ¡Me encantaría! Pero no, porque ella tampoco tiene un perfil dominante. Cada uno disfrutamos de esa sumisión a nuestra manera. Imagínate la situación: B entregada por completo a su amante; él a satisfacer a B, y yo completamente empalmado, moviendo la colita como un perro, esperando mi momento. ¿Quién somete a quién?

P.- Como organizador de todo el cotarro, explícame un poco cómo es la logística de vuestras citas: dónde buscas a los corneadores, en qué lugar follan con tu mujer, en qué momento apareces tú –si es que lo haces-…

R.- Antes de eso, lo que todos los corneadores me preguntan siempre cuando conocen a B es: “Tú, con esta mujer que tienes, ¿por qué la compartes?” Y a mí me encanta contestarles: “yo la tengo todos los días. ¿Tú no compartirías algo así?”

Nuestra logística se ha ido “perfeccionando” con el tiempo. Cuando no conoces al chico de nada ni tienes referencias, contactas con él -o ellos contactan conmigo- a través de alguna de las redes sociales, y nos tomamos una cerveza o un café. Los chicos solos. En muchas ocasiones, ella ni se entera. Me gusta «venderla» y que el chico entienda bien nuestro juego… Me pone muy cachondo esa fase. Muy, muy, muy cachondo. Si me gusta el chico, le enseño fotos de ella y videos, de los que no están en las redes, para ponerle también muy cachondo y que desee que llegue el día… Después toca vendérselo a ella… Eso sí, ella siempre tiene la última palabra y marca los tiempos. Por mí estaríamos todo el día quedando, y si es con chicos diferentes, mejor que mejor.

Los días previos son super excitantes, hablamos mucho del tema, estamos todo el rato whatsapeándonos… y en muchas ocasiones hasta me deja sin sexo, ¡para tener más ganas para el chico!

Hay partes del proceso, como el momentos previo a salir de casa: el momento del afeitado… Necesito hacerlo yo, necesito prepararla para que esté impecable para el chico… Me vuelve loco afeitarle el coño para que el chico se lo encuentre suavecito, escogerle la lencería y la ropa que se va a poner. Necesito ser yo, es como si fuera mi contribución. En más de una ocasión -unas cuantas- me he presentado el día antes con un vestido nuevo o la lencería que quería que luciese.

A nivel de gustos sexuales: le digo a los corneadores lo que le gusta a B. Me gusta venderla, en definitiva, me gusta empaquetarla lo máximo posible para que ellos se embelesen y la quieran para ellos, porque luego va a volver siempre conmigo.

Siempre lo organizo todo para tener una experiencia morbosa más allá del sexo. No vamos directamente a follar, aunque ya lo tenga hablado con el chico y, bien en su casa o en algún hotel, podamos rematar.

De hecho, lo que más me excita –y a ella- es la interacción en público. Que alguien pueda verla conmigo y después besándose con otro hombre, me encanta. Si además se meten mano, ya ni te cuento. ¡Me encanta la provocación! Por ejemplo, en San Valentín estar los tres cenando en una mesa y que la gente del restaurante piense “con quién de los dos está”, me encanta. Ese juego morboso es lo que más me gusta.

P.- Hay quien le llama la “emoción del cornudo”, ¿verdad?

R.- Exacto. La emoción del cornudo es que los otros vean lo cornudo que eres. El sexo en sí son cuatro paredes y tres personas… Que la gente que tienes alrededor, que no tiene nada que ver, se de cuenta… ¡Y además provocarlo!

Recuerdo una frase del Fary que decía: “De nada sirve acostarse con Ava Gadner si nadie se entera”. Pues esto es lo mismo… Hay un punto exhibicionista que da mucho morbo.

Aunque, cuando lo organizas tú todo, sabes más o menos lo que va a pasar: vas a presentar a tu mujer a un chico y se van a morrear, meter mano o irse al lavabo a follar. Cuando lo organiza ella es completamente distinto, porque ahí sí que vas vendido. ¡Eso sí que es realmente emocionante! .

P.- Además de provocar en público, ¿Qué otras cosas te excitan de ser cornudo?

R.- Cómo me mira mi pareja en el momento de llegar al orgasmo. Me mira diciendo: “me está follando este y me lo estoy pasando de puta madre, pero estoy contigo”. ¡Me vuelve loco!

P.- Antes comentabas que los corneadores siempre te preguntan “por qué quieres compartir a tu mujer”. Después de escuchar lo que has dicho de la mirada no parece que sea tanto un “compartir”. ¿Tú cómo lo ves?

R.- No la comparto. A ver… sí y no. Para mí esto es un juego. Jamás me permitiría buscarle un tío feo, ni un tío que no me gustase. Siempre tengo que buscar lo más de lo más de lo más, y que yo los considere más guapos, más potentes, mejores amantes que yo. Porque es un desafío: “tú –que en teoría eres mejor que yo- te la follas, pero se va a venir a casa conmigo luego. Por algo será”. Es ese “por algo será”.

¿La compartes? Sí, claro, y en los momentos más íntimos que se pueden dar… Pero es siempre por el desafío de que volverá conmigo, a pesar del polvo que acaba de echar.

P.- Entonces, ¿podrías decir que este juego te aumenta la autoestima sexual?

R.- Ahora sí. Pero como en todo proceso no siempre ha sido así. En los inicios, las primeras veces, me hundíaClaro, llegaba un tío, guapo a rabiar, con un pollón que te cagas y, sin conocer a B de nada ni tener la experiencia sexual que yo tengo con ella, le hacía correrse mil veces o le descubría cosas que yo no había conseguido que ella ni siquiera se plantease, y dices ¡joder!

Era follar con alguien y yo intentar repetir todo lo que veía que le había gustado. Y eso psicológicamente te hunde. A ella también. Ella decía: “yo quiero a mi marido de siempre. Esto son cosas puntuales. Es como cuando te comes un pastel. No te lo comes todos los días. Yo quiero al de diario”. Pero ahora ya no me comporto así. Tardé tiempo en comprender que nuestra vida sexual de pareja era increíblemente buena, y esto es solo la guinda.

A B nunca le ha gustado conocer gente nueva, prefiere el “malote” conocido que el bueno por conocer.… Ella es de repetir. Y yo jamás lo he entendido, lo de repetir. Yo prefiero muchas pollas, que sea muy zorra, que se la follen muchos. Pero ella me decía: “quiero llegar a follar bien. Quiero repetir”Vale, sí. Pero repetir quiere decir que haya más lazos, que haya una amistad, un conocimiento, algo más… Y, en mi mente de cornudo, lo confundía con que él podía estar enamorado de ella y ella de él; cuando en realidad era compenetración… Cuanto más conoces a una persona, más sencillo resulta todo, más te sueltas e infinitamente mejor es el sexo.

Por ejemplo, con J (un amante habitual de B con quien P tiene una relación actual excelente) al principio, estaba convencido de que había algo más… Bueno, quería creerlo… y esa continuidad, ese conocernos mucho más de lo habitual, nos ha dado momentos antológicos.

P.- Entiendo entonces que el hecho de que tu mujer se “enamore” de sus amantes no es un límite en vuestro caso. Parece incluso un aliciente para ti. ¿Qué límites le ponéis a este juego? Si es que tenéis alguno

R.- Me gusta pensar que se enamora, porque supone un aliciente más en el reto de que vuelva a casa conmigo, pero no es la realidad, solo en mi mente. Ella no se lo permite. Tardamos lo que tardamos en iniciarnos en esto porque ella es muy sesuda… Como siempre, la mujer es la que piensa con la cabeza y el hombre con la polla… El día que nos “desvirgaron”, ella ya tenía muy claro la diferencia entre sexo y amor.

Por supuesto, tiene sus favoritos -como yo los míos- con los que hay una relación mucho mas allá del sexo, y eso, en más de una ocasión me ha hecho confundir las cosas… Mi mente calenturienta va a su bola.

En un primer momento teníamos el límite que siempre íbamos los tres. Siempre. Primero le conocía yo, después quedábamos los tres y luego, después de un par de citas, quedaba ella sola.

Más adelante, en otras ocasiones, por logística o por el morbazo que supone, fue ella la que quedó la primera. Yo hablé con el chico, nos gustó desde el primer momento -incluso sin llegar a verle – y decidí que fuese ella sola. Por jugar.

Pero yo siempre necesito más. B y yo llevamos juntos toda la vida. Ella nunca ha tenido la necesidad de ligar. Nunca ha salido a ligar. Y yo me empeñé en que tenía que ligar, pero además en situaciones normales. Con chicos que no son liberalesHemos salido unas cuantas veces… De esto que te vas a cenar, acabas en el Luz de Gas, y… sí, se ha atrevido a ligar, a morrearse mientras yo la observaba desde el otro lado de la pista… aunque luego nunca se ha atrevido con el “ahí está mi marido. Nos vamos los tres”.

En una ocasión, en un bar, no hacia más que mirarse con un chico, pero ni él ni ella se atrevían a dar el paso porque estaba yo… Me acerqué yo al chico y le dije: “mi amiga quiere conocerte, y por lo que parece tú también a ella”. El chico se llevó un susto de muerte… Hasta que le repetí lo de “mi amiga”. No pasaron del morreo, magreo y calentón, mientras que yo me quedé con los amigos del chico tomando una copa y explicándoles que éramos dos amigos divorciados que, aunque follábamos de vez en cuando, no éramos pareja. ¡Fue divertidísimo! Tenían como quince años menos y estaban todos alucinados de que su colega se hubiera levantado a una mujer como B… y conmigo delante.

Así que, el año pasado, a raíz de un viaje de trabajo de B, le dije: “sal y liga”. Lo hizo: ligó y folló, en más de una ocasión, con un chico que no era del ambiente. Fue todo muy raro: la distancia, el que yo no estuviera allí, que el chico no fuese consciente de que éramos swingers… La experiencia nos sirvió para decirnos que nunca más. Si no podemos compartirlo todo, si los tres no somos conscientes de cuál es el juego, no es divertido.

Respecto al sexo, metidos en faena, no tenemos límites. Creo que hemos hecho de todo… y no solo una vez… Bueno, ella es la que marca lo que le apetece y lo que no… A mí cuantas más cosas y más límites se salte, más me pone… B tiene una máxima: “yo pruebo, pero de lo que no me gusta, no repito”.

P.- Y en todo este proceso, ¿no sientes celos en ningún momento?

R.- Sí, muchos, y cuantos más, más excitante resulta. Yo creo que el secreto de esto es el saber reconducir esos celos, darles la vuelta y que te exciten.

En un primer momento, cuando no conoces a los corneadores, los celos son mayores, “coño, acaba de conocerle y ya está entregada por completo”. Cuando ya has entablado una cierta relación con ellos, los celos vienen por el “¿por qué quiere repetir con este?”, o cuando la ves cómo se entrega a ellos, rompiendo algún tabú. “¿Qué habrá visto en él para que ella consienta que le haga eso?”

No son siempre el mismo tipo de celos, ni las sensaciones que provocan… Eso sí, a mi en vez de en un nudo en el estomago, se me manifiestan en forma de erecciones.

P.- ¿Qué relación tienes con los corneadores?

R.- Bastante buena y me gusta fomentarla fuera de lo que es el “mundillo”. Con los que mejor relación acabas teniendo ya no son corneadores, son amigos con derecho a roce. Desde el inicio, solo hemos rematado con gente que fuese afín a nosotros, con los que si te encontrabas con ellos en un bar o por la calle, no se convirtiera en un marrón, sino que te apeteciera hablar con ellos y no tuviéramos problemas en presentárselos a los amigos de siempre.

De todos hay dos que son especiales, J y T (otro corneador habitual de B). No me canso nunca de quedar con ellos. Lo que más me gusta es la complicidad que se crea… Es como si fueran los novios de mi mujer, es más, ¡uno de ellos hasta le pidió salir! No quedamos solo para follar, aunque casi siempre acaben en la cama.

P.- He leído que al corneador se le considera un macho alfa superior que tiene la capacidad de enamorar tanto a la mujer como a su cornudo. ¿Tú estás de acuerdo con eso?

R.- Es que si no te enamoran, no tiene gracia.

P.- O sea, tú te enamoras de los corneadores.

R.- Eeehhh… No me enamoro. Me embelesan. Son los Adonis de mis fantasías, esos chicos con los que he soñado que mi mujer iba a tener sexo. Y, créeme, mis fantasías son muy estéticas, muy de película de Hollywood… No siento ninguna atracción sexual por ellos. En ese sentido me considero muy hetero. Pero son altos, guapos, tienen cuerpazos, con conversaciones inteligentes y muy interesantes. Más allá del sexo, hacen realidad tus sueños, compartes mucha más intimidad que con cualquier otra persona… y encima provocan que B y yo nos pasemos follando como locos todo el día…

P.- ¿Crees que hay muchos cornudos y hot wifes dentro del armario?

R.- Todos los tíos son cornudos. ¡Sí! Mira, todos los chicos con los que hemos mantenido una relación más o menos larga han querido ver a B follando con otro y ser ellos los que hacían de cornudos. ¡Todos! Pero es que además cuando hemos hablado con alguna pareja, también. Es decir, yo creo que todos los hombres –aunque nos cueste reconocerlo- tenemos ese morbo que nuestra mujer sea nuestra actriz porno, o sea, que protagonice la peli que tenemos en la cabeza. Lo que pasa es que la mayoría no se atreve ni a plantearlo.

P.- ¿Cuál es, según tu punto de vista, el mayor cliché que pesa sobre tu manera de entender la sexualidad?

R.- Que el cornudo es eyaculador precoz, que es impotente, en definitiva, que ellas son insaciables y que él es incapaz de satisfacer a su mujer. Ese es el mayor cliché de todos. Yo me lo he encontrado y me encanta destrozarles esa visión. Pasa sobre todo con los amantes más jovencitos. Lo más mayores suelen entender todo esto mejor.

P.- ¿Cuándo asumiste que te gustaba ser cornudo?

R.- El día que empecé a soñar con ello. Fue una noche que mi mujer tenía una cena de aniversario de un compañero. Como estaba enfermo y medicado, no pude acompañarla. Conozco a todos sus compañeros y mi mujer jamás me había dado motivos para sentirme celoso, pero se hacía tarde y no llegaba. Me mandó un mensaje diciendo que se iban a tomar una copa más. Las tres y no llegaba. Ningún mensaje… Las cinco, las seis… Y todo esto en la cabeza, tac, tac, tac, tac… ¡Está con otro! Esa noche no dormí, por supuesto, y antes de que B llegara a casa ya tenía escrita la historia. Y la historia era que había conocido a un tío y se lo había cepillado. No pasó nada de eso, pero es que dices: “¡Coño, me he matado a pajas toda la noche!” Era como cuando tenía 15 años, que te corrías y al segundo estabas empalmado de nuevo y… otra vez; te corrías y… otra vez.

Habíamos pasado muchas épocas de nuestra vida separados, y nunca había tenido celos de ella. No sé si fue la medicación o el cambio de vida radical que hice después, pero me dije: “A mí me gustaría disfrutar de mi relación con mi mujer así”, y fue lo que generó todo.

P.- ¿Le ves fecha de caducidad a esta manera de enfocar vuestra sexualidad?

R.- Ella dice que a los 50. Yo espero que no. B dice que todo esto lo hacemos para reírnos cuando estemos en el asilo; para tener cosas interesantes que contarnos.


Selección del artículo aparecido en la página “Hablemos de Poliamor y otras formas de no monogamia”

Selección realizada por “Cosas de los cornudos”


martes, 14 de noviembre de 2023

Vacaciones de mi esposa

 VACACIONES DE MI ESPOSA

          Anoche mi esposa regresó de sus vacaciones con su amante, fue la primera vez que estuve separado de ella por más de 5 días ... cuando entró en la casa, me besó y me dijo que siempre estará agradecida por la confianza que he tenido con ella. Cuando entró, pude sentir por la sonrisa los momentos salvajes que había tenido con su amante.

          Mientras me besaba, ella tenía muchas ganas de complacerme pues sabe que no he follado en más de 5 días. Y en los prolegómenos su charla va subiendo de tono y me va explicando cosas y cosas, y mientras lo hace veo como sus pezones se endurecen,

y al mirar su coño le observo con los labios hinchados y totalmente depilado; cuando se fue le tenía recortado con una estrecha pista de aterrizaje.

          Me cuenta que lo ha hecho porque su novio se lo pidió para podérselo lamer antes y después de metérsela, y así hablando, besándonos y tocándonos, follamos y follamos hasta quedar exhaustos.

          Pero lógicamente no pudimos hablar de todo mientras jodíamos, así que al terminar siguió contándome como había hecho cosas que no hubiera pensado hacerlas ni para una luna de miel.

          Me contó que follaban 2/3 veces al día, de una manera salvaje que nunca hubiera imaginado.

          Luego siguió contándome como el la ayudó a superar su timidez mostrando su cuerpo con una ropa que nunca habría podido imaginar que se podría poner y como llegó a estar totalmente desnuda en algunas playas.

     También me relató que había follado con dos negros del servicio de habitaciones y del gimnasio ... mientras él dormía en mitad de la noche ya que estaba demasiado borracho para darse cuenta ...

          Ella me sonrió y dijo: ¡qué increíbles pollas! no pude resistirme ... y realmente cumplí mi deseo de estar con hombres negros y sentir dentro de mi sus enormes pollas.

          Le respondí de nuevo, estoy feliz de que hayas tenido unas vacaciones tan increíbles.

          Ella se durmió y… no pude evitarlo, pero mientras dormía profundamente ... revisé algunas de sus fotos en su teléfono ... guau, las selfies, las tomas de pareja, los minivestidos ajustados tan sexys que llevaba mi esposa, los tangas y bikinis de la playa….

          Mi esposa se ha vuelto mucho más sexy y atrevida en estos 5 días de vacaciones con su amante ... esa fue mi primera impresión, impresión que vería confirmada a lo largo de las siguientes semanas.

sábado, 11 de noviembre de 2023

De lo que disfrutamos con este estilo de vida

De lo que disfrutamos con este estilo de vida.

Lo que nos impresiona de este estilo de vida (y para nosotros, es en gran medida un "estilo de vida") son las numerosas e intrincadas facetas que conlleva. Por ejemplo, para mi esposa y para mí, que estamos muy unidos, no hacemos nada que implique su participación en actividades íntimas sin que yo esté presente, y totalmente de acuerdo en que no haya nada de humillación.

 Entonces, al igual que las capas de una cebolla, profundizamos cada vez más en varios aspectos del estilo de vida, ninguno de ellos es malo, ¡sólo son diferentes! Por ejemplo, hay la esposa que se divierte sola, totalmente sin el conocimiento a priori de su marido; también está la esposa que actúa como si estuviera soltera y solo de vez en cuando habla con su marido de lo que ha hecho. Consideramos que estas variaciones sobre el tema son refrescantes, y aunque no creo que nos involucremos en ellas, nos negamos a condenarlas.

Otras variaciones implican la humillación del marido o la esposa. Esto puede tomar la forma de la esposa que castiga al marido bien mentalmente o físicamente (dispositivos de castidad, negación de relaciones sexuales "normales" y similares). En el otro lado de la ecuación, vemos al marido humillando a la esposa llamándola puta, zorra, etc. o exigiéndole que entre en este estilo de vida sin su consentimiento. Si bien no aprobamos ninguno de estos enfoques, seremos los últimos en sugerir que de alguna manera están "equivocados"; en cambio, son simplemente tan diferentes de nuestro enfoque que no estaríamos interesados en participar.

Nosotros disfrutamos de los preparativos, la reunión, la actividad y las secuelas casi por igual, y esta larga duración de eventos secuenciales mantiene la olla (para los dos) a fuego lento, la mayor parte del tiempo.  Por ejemplo, tendemos a elegir hombres juntos, cuando ella está buscando alguno. Si encuentro un chico interesante se lo diré a ella y ella hará lo mismo. Luego hablamos (durante un período de días) sus atributos y defectos. Si los atributos superan a los defectos, nos ponemos en contacto con él y organizamos una reunión social. En este momento, está perfectamente claro que asistiré a la reunión junto con mi esposa y el chico.

 Las reuniones sociales en sí mismas van desde sesiones intensas de insinuaciones y coqueteo hasta una charla tranquila en la que mi mujer o yo hablamos la mayor parte del tiempo. Después de la reunión, hablamos sobre lo que ha ocurrido. Durante este tiempo, ella decide si va a volver a verlo, pero solo después de oír lo que tengo que decir, asignando mucho peso a mis comentarios.

 Todo esto mantiene nuestro estilo de vida activo y libre de conflictos.



martes, 7 de noviembre de 2023

Follando sin condón por primera vez

 FOLLANDO A PELO POR PRIMERA VEZ

La primera vez que mi mujer folló a pelo fue algo en lo que la convencí. Aproximadamente un año después de nuestras primeras experiencias, estábamos disfrutando de un encuentro en el hotel con un nuevo hombre, en forma y atractivo, que estaba muy bien dotado. Nos proporcionó una copia de una reciente evaluación de que no tenía ninguna enfermedad de transmisión sexual, como cortesía, pero mi mujer le exigió que usara un condón.

Ya en la habitación, mi mujer disfrutó a fondo con él acariciándole y chupando su gran polla. Ella ya estaba lista para follar. Yo estaba recostado en la cabecera de la cama, contra una gran pila de almohadas, con mi esposa recostada contra mi pecho. Yo estaba disfrutando jugando con sus grandes tetas, acariciando la carne suave, y sus pezones con las yemas de mis dedos mientras nuestro nuevo amigo estaba entre las piernas abiertas de ella, besando y lamiendo su coño.

Después de que ella tuvo un orgasmo, su amante tomó una posición entre sus muslos abiertos, su polla estaba completamente tiesa, bien gorda y bien dura.

Mi mujer dijo: "¡Joder, tienes una polla tan hermosa y dura!" Le susurré al oído: "Deja que te la meta, cariño. Deja que sienta tu coño húmedo y caliente en esa gran polla dura, y tú también sentirás como te la va metiendo, y como cuando esté toda dentro te llena y te llena”. Ella estaba muy excitada, y ese poco de aliento fue todo lo que necesitó: levantó las caderas y claramente le ofreció bien su coño.

Él deslizó lentamente su polla desnuda y dura en el baboso coño de mi mujer.

Folló a mi esposa larga y lentamente. Mientras él le metía en su coño su gran rabo, yo miraba y miraba y hacía enormes esfuerzos para no tocarme, ya que estaba a reventar. Mi mujer tuvo otro orgasmo, con la polla del extraño profundamente dentro de ella, y eso le llevó a él a su orgasmo con su polla desnuda enterrada en su raja.

Después de que se retiró, usé su semen como lubricante, andando por el coño y el clítoris hasta que ella tuvo otro orgasmo.
Este chico folló a mi esposa dos veces más esa noche, echándole la leche, ambas veces, dentro de ella.

El hacerlo sin protección supuso, tanto para ella como para mí, una serie de preocupaciones sobre el riesgo potencial para la salud: el tipo era un completo y total extraño.

Después de este encuentro, desarrollamos un proceso de selección exhaustivo de los hombres con los que jode mi mujer, y cada encuentro planificado, donde tenemos confianza en los resultados de la prueba. Con ello mi esposa folla a pelo y lo ha estado haciendo desde entonces.

Nuestro proceso de selección de hombres que eyaculen dentro ella requiere una prueba de no padecer Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) que realice un laboratorio en el que confiamos.
El resto del proceso de selección implica compartir suficientes fotos para satisfacer la curiosidad de mi mujer, y al menos una sesión de sexo por skype, y dejar que ella evalúe si siente alguna atracción sexual por él. Si el candidato supera todo eso, hacemos una reunión cara a cara en un lugar público: un bar de vinos, o una cafetería.

Si a ella le hace tilín el chico durante el cara a cara, el último paso es un paseo en nuestro coche. Ella llama a este penúltimo paso "la inspección de la polla": se ponen en el asiento trasero, ella puede inspeccionar y ver la polla del tipo en persona, de cerca. A veces eso lleva a cosas como un trabajo manual, diversión oral y, con menos frecuencia, follar completamente en el asiento trasero. Más a menudo, si el chico no es una decepción, le damos una pequeña tarjeta con los detalles de la ubicación del encuentro: fecha, hora, número de contacto, etc.

¡Y ala! Para esa fecha, hora y lugar ¡a joder! Ellos jodiendo y yo casi siempre mirando y disfrutando, que para eso soy un cornudo mirón.



jueves, 2 de noviembre de 2023

¿TE AFECTA VER QUE TU MUJER BESE A OTRO HOMBRE?

     Cuando tu esposa o tu novia está con otro hombre y se están besando  profundamente, ¿Cómo te sientes?  ¿Te sientes dolorido? ¿Te sientes emocionado y estimulado también? ¿Te sientes confundido a veces?

Las emociones que sentimos varían de unos cornudos a otros y de unas ocasiones a otras, lo cual es completamente normal.

Las primeras veces suelen ser especiales por los sentimientos que tenemos y por lo que habíamos imaginado. La mayoría de nosotros, cuando la vemos besarse las primeras veces en que nos metemos en el mundo de los cuernos, sentimos como si un cuchillo nos atravesara. Y a algunos también les ocurre lo mismo si ven que otro hombre les está chupando y besando sus tetas.

Cuando vemos estas cosas nos sentimos heridos, traicionados, como excluidos en nuestro matrimonio.

La única intimidad que me parecía razonable entre mi mujer y el hombre del que, según ella, estaba enamorada era saludarse con un pequeño beso al encontrarse o al partir, ya fuese en casa o en público. 

Era desgarrador ver su amor mutuo frente a mi cara. ¡Me hacían sentir como si fuera invisible y que era un inútil para ella como hombre!  Aquello no me excitaba ni me producía ningún tipo de placer mientras estaba sucediendo, pero sabía que así deberían ser las cosas y me alegré de que ella sintiera esa emoción por el hombre con el que estaba.

En esta situación del principio de nuestra relación cornuda me sorprendió cómo mi mujer (y luego me enteré que a la mayoría de las mujeres también les ocurre) podía llegar a tener tanta intimidad como para darse besos profundos, con alguien que acaba de conocer. 

Poco a poco las cosas han ido cambiando A mi esposa le encanta besarse. Me ponía increíblemente celoso y muy cachondo. A veces, ella y su amante se sentaban en el sofá y se besaban mientras les servía bebidas. ¡Me volvía loco! Me emocionaba y me estimulaba. Y cuando pensaba en lo que había ocurrido, después de verlo, hacía que quisiera que volviera a suceder. ¿Y no les pasaba, o les pasa, a ustedes lo mismo?

Con el paso de los años los celos y la angustia han desaparecido, pero echo de menos aquel sentimiento que tenía al principio. Los celos, mezclados con la emoción de ver a otro hombre follársela eran parte del placer. 

Entiendo perfectamente la estimulación, el dolor y la humillación que sienten los que comienzan en este mundo, y también entiendo que no puedan parar. Yo tampoco pude. 

Por cierto, nunca le dije a mi esposa lo que yo sufría viéndola besarse apasionadamente con sus hombres. Y aunque fue doloroso, fue un dolor del que disfruté más tarde. Estaba muy feliz de que ella pudiera amar a otros hombres tan profundamente, reemplazándome por ellos. También sabía que era un dolor que me merecía por ser un cornudo tan inútil.

Cuando lo hacían en lugares públicos, era muy humillante porque yo me quedaba allí, mirando a mi alrededor para ver si alguien que conocíamos estaba mirando. Pero me parecía obvio que cualquier observador, aunque no nos conociera, se daría cuenta de que al que besaba era su amante y yo su marido. Sentía que todo el mundo se estaba riendo de mí.

Y cosa curiosa, a mi cuñado, al marido de la hermana de mi mujer, que empezó este tipo de vida casi al mismo tiempo que nosotros, le excitaba, y le sigue excitando, ver como su mujer recibía y despedía con un buen beso a su amante a la puerta de su casa, donde cualquier vecino podía observarla y deducir inmediatamente que él era un cornudo. Para él, correr ese riesgo era algo delicioso.

Ya llevamos varios años en la vida cornuda, pero demonios, sí, todavía me afecta, ¡me emociona! Mi esposa siempre ha sido una gran besadora y casi siempre tiene mucha intimidad con quienquiera que esté follando. Si no la veo besando profundamente al hombre con el que está, inmediatamente me pregunto si habrá algún problema entre ellos.

¡Me encanta verla besar! La polla se me pone firme al instante y bien dura.

Para mí, ahora, verla besar es solo una parte de sus relaciones sexuales y no puedo entender a esos maridos que piensan que besar es algo muy íntimo, pero no consideran intimo que su esposa chupe la polla de otro hombre y que esa polla se la meta desnuda en su coño y la llene con esperma. Esto me recuerda una anécdota que me contaron sobre una prostituta que hacía de todo menos besar en los labios, “pues esos solo eran para su marido”.

Ver a mi esposa y a su chico darse un beso profundo, con la lengua del otro en la boca, es para mí casi más excitante que verle a él lamiendo su clítoris.

Quiero que follar sea genial para ella.  ¡Quiero ver y escuchar sus orgasmos! Eso es lo que me da placer y me pone la polla dura. Cuando veo que le besa profundamente y con la boca abierta me demuestra que está disfrutando y que le gusta el chico. Quiero que ella tenga esos sentimientos. Cuando folla con otro es buscando su placer y quiero que lo experimente en todos los sentidos.

¡No me asusta ni me preocupa pensar en que se enamore de él, porque he aprendido, por experiencia, que ella tiene la capacidad de amar a dos hombres y sé que yo soy uno de ellos! 

Cuando mi esposa besa apasionadamente a otro hombre mientras follan, especialmente cuando ambos usan mucha lengua me resulta extremadamente erótico y me excita muchísimo. Cuando mi mujer y yo follamos casi no me besa porque no le gusta como lo hago. Sin embargo, cuando mi esposa tiene relaciones sexuales con sus machos, se besan vigorosamente y se retuercen las lenguas entre sí. Me siento plenamente como un cornudo total sabiendo que mi esposa se niega a besarme durante el sexo, pero no se niega a hacerlo cuando está en la cama con alguno de sus amantes.

Ver su beso profundo es uno de los sentimientos más increíbles. Todavía no puedo entender cómo este dolor emocional origina y crea la agradable sensación de ser un cornudo. Siento que, si mi esposa no tiene su libertad sexual, ya no querría que fuésemos pareja.  Después de que su amante se haya ido, mi esposa y yo tenemos nuestro reencuentro de una manera que nos acerca más que nunca.

Hasta aquí solo me referido, casi exclusivamente, a los besos que da mi mujer en la intimidad, los que se da con sus amantes cuando van a follar o ya lo están haciendo. Pero luego hay otros besos: los que se da en público, en lugares donde la ven más personas.

Estos besos tienen un doble atractivo: son muy excitantes y muy humillantes. Y este doble atractivo es lo que hace que me gusten tanto. Tengo la suerte de que mi mujer siempre ha estado dispuesta a besarse con otros hombres. Lo suele hacer con discreción, pero en más de una ocasión la han pillado. No ha pasado nada, solo que los amigos y conocidos me dirigen sonrisas sabiendo que me había puesto los cuernos o me los pondría no tardando mucho.

Una anécdota: Habíamos ido a cenar con un hombre que ya conocíamos. En el restaurante él se puso a su lado, yo en frente. Empezaron a acariciarse y darse besitos y luego pasaron a besos. Estaban en uno de ellos cuando el camarero se acercó a servirnos y me preguntó: ¿Qué les pasa a esta pareja?

Contesté: Nada. Es el novio de mi mujer y hace tiempo que no se veían, y se tienen muchas ganas.

Con una sonrisa me dijo: ¡Qué tengan un buen trío!

Solo con el primer beso.

El relato que viene a continuación no nos ha ocurrido a nosotros. Es algo que le ocurre con cierta frecuencia a mi cuñado y su mujer (hermana de la mía, y que también es una buena besadora [ puede que sea cosa de familia]).

Mi cuñado y su mujer suelen ir juntos al primer "encuentro y saludo" social para evaluar a un posible nuevo hombre para ella. Siempre fue fácil para él decir si el chico encontraba la aprobación de su mujer, y eso es gracias al "Primer Beso" que ocurre en público, en el aparcamiento, después de una charla en un bar o cafetería. Si los dos le dan su aprobación previa mi cuñada se desliza en sus brazos y se besan... al principio con vacilación, pero luego con más y más pasión, mientras exploran la necesidad que tienen el uno del otro. Mi cuñado me dice que es intensamente emocionante para él verlo. Se separa un poco para evitar que se sientan intimidados de alguna manera. Su mujer, mi cuñada, es libre de besar al chico tanto tiempo y tan apasionadamente como quiera.

Él se siente recompensado por poder mirar durante varios minutos, y ver que las manos de ambos están vagando por el cuerpo del otro.

Siempre sabe cuándo el hombre cumple con los altos estándares de su esposa para besar. Ella se mete en el coche y si está radiante solo dice una palabra: "¡Sí!". Si no le ha convencido también solo dice una palabra “¡No!”




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