DEMASIADAS EMOCIONES
Era la primera vez que mi mujer se iba a pasar la noche con su amante. Pasé una tarde y una noche agonizantes, preguntándome qué estarían haciendo.
Fue una experiencia surrealista. Incluso cuando me envió un mensaje diciéndome que acababa de correrse cuando su amante se la metió por primera vez, una parte de mí no se lo creía. No es que no me gustase y no lo desease, lo quería y ella fue a buscármelo para ofrecérmelo, simplemente no podía entenderlo en ese momento. Todo en mí era confusión.
Cuando por fin terminaron, y ella me llamó para decírmelo, su voz parecía cansada. Él se la había estado follando prácticamente hasta el olvido, hasta olvidarse que en algún momento tenía que dejar de joderla. Posteriormente, cuando hablamos uno frente al otro, ella me dijo que él la había follado mucho mejor que yo. Ella también estaba un poco nerviosa al ver mi reacción anímica y se mostró indecisa con los detalles.
Yo tenía emociones encontradas. Yo estaba tan feliz por ella, porque había disfrutado mucho. Su amante la acababa de dejar boquiabierta.
Estaba frustrado porque esto era lo más excitante que me había pasado, pero ni siquiera se me había puesto tiesa ni una sola vez. Ansiaba cada detalle, y sabía que durante el resto de mi vida repetiría en mi mente el sonido de su voz confesando su total y completa satisfacción sexual en su primera noche completa con su Toro. Yo sabía que cuando recordásemos esa primera noche en nuestras conversaciones de almohada, tendríamos muchos, muchísimos orgasmos explosivos, pero, tal como me contó después, había sido una noche extrañamente serena y tranquila, en un orgasmo casi continuo.
Yo estaba frustrado porque no había conexión entre pensamientos, sentimientos, deseos, etc. Todo en mí era un batiburrillo de ideas y emociones que iban y venían en un desorden total. Esto es realmente lo que me sucedió. Esta era mi respuesta a un acontecimiento largamente deseado, pero deseado en mi mente, y que cuando se ha hecho realidad ha sido impactante, angustioso e incluso doloroso.
Mi mujer se dio cuenta de mi extraña reacción, y eso la puso nerviosa, por lo que contuvo su entusiasmo.
La segunda vez me pasó algo parecido, pero mucho más atenuado, más suave.
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