domingo, 26 de febrero de 2023

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        Cuando veo a mi mujer prepararse para otra cita, me doy cuenta de que para ella no se trata tanto de follar con un hombre que tenga una polla más grande que la mía, sino más bien sentir la emoción de todo el proceso de coqueteo y conquista de un hombre que le parece deseable para follar. Cuando lo consigue, estar con ese hombre nuevo es lo que hace que sus orgasmos sean más intensos y en más cantidad. Como buen cornudo que soy la animo a que se divierta y ella me recompensa, quizás volviendo con el coño lleno de leche para que yo se lo limpie, o tal vez, invitándome a que la joda mientras me cuenta su diversión.


        Cuando mi esposa folla con un hombre de color de gran polla, se vuelve loquita. Casi siempre, cuando la tiene bien metida y él también está disfrutando de todo su cuerpo, ella le dice cosas como: “Quiero tu polla más que la de mi marido”, “por favor jódeme tú siempre” o “solo quiero que me metan pollas como la tuya”. Cuando la escucho decir estas cosas y la veo como se retuerce de placer me suelo correr sin necesidad de tocarme. Es un placer inmenso, por eso procuro que folle frecuentemente con ese tipo de hombres.


        Este es un momento cumbre para cualquier cornudo. Ver a la esposa abierta de piernas, con el coño dilatado y bien preparado para que la metan una gran polla. Una polla que la va a ocupar todo su coño y que se lo va a llenar de leche, pues se lo mete a pelo, sin preservativo.

        Ella está tan caliente y tan cachonda que dice: ¡A lo mejor me deja preñada y tenemos un bebé negro!

        Ese es el colmo de la excitación, este es el momento culminante de los cuernos de cualquier marido: ¡Que tu esposa se quede embarazada de otro y así constantemente tienes presente, quieras o no, la condición de cornudo!


        Me quedé preñada de uno de mis amantes. A toda la familia les dijimos que iba a tener un bebé. Todos dieron por hecho que era de mi marido y no dijimos nada pues el bebé iba a ser blanco, como nosotros. Solo le dije la verdad a mi madre, y me preguntó: ¿Qué tal de grande tenía la polla? ¿Te jodía bien ese muchacho? Me dirigió una mirada de complicidad y sonrió. En ese momento me di cuenta de que era digna sucesora de ella.

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