viernes, 12 de agosto de 2022

IMAGENES COMENTADAS

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        Cuando entré en el club vi que dos hombres diferentes estaban intentando ligar con mi esposa a la vez. Ella coqueteaba descaradamente con ambos. Nos miramos pero no nos saludamos ni hicimos ningún gesto del uno para con el otro. Yo no quería interferir ni en su conversación y menos en su posible decisión. Así que tomé asiento en una mesa cercana para escuchar lo que pudiese y disfrutar de verla a ella y su coqueteo. Lo mismo me daba que se fuese con uno u otro, tampoco me importaba mucho que se fuera con ambos a la vez, y así fue como terminó.


        Mi esposa me dijo: ¡Oye cariño, encontré a alguien que me cuidará esta noche! Él añadió: ¿No eres lo suficientemente hombre para esta hermosa mujer que tienes? ¡Eres un mariquita de mierda! No te preocupes que yo la cuidaré como es debido.

        Le di las gracias tímidamente.

        Como de costumbre, me sentí avergonzado aquí en público, donde mucha gente había podido escuchar cómo me humillaban mi esposa y el hombre con el que estaba. Pero en secreto me di cuenta de que no podía esperar para llegar a casa y verlos desnudos juntos en la cama. El placer que sentía en esos instantes era enorme. Ya la tenía tan tiesa y tan dura que sentía un dulce dolor.


        Los dos teníamos ganas de que jodiera con un buen macho de color que tuviese una gran polla. Por fin encontramos uno de su gusto. Este joven macho se la metió bien metida, ella estaba en el mundo del puro placer. La jodió en todas las posiciones imaginables y todo su cuerpo temblaba por los intensos orgasmos que tuvo. Ella quería más, yo también quería más y el joven macho también quería más. Ella le quitó el preservativo. Yo asentí y el macho asintió. Ella emitía un constante suspiro mientras el chico se la metía hasta los cojones, suspiros que no cesaron mientras la tuvo dentro. Todo acabó con un intenso orgasmo por parte de los dos, una buena carga de leche dentro de su coño y mi servicio de limpieza.


       Mi novia y yo decidimos casarnos. Ni que decir tiene que ya formábamos una pareja cornuda, en la que ella follaba con otros chicos y yo sobre todo miraba.

        Nunca había estado con un hombre de color. Nunca le habían metido una gran polla negra en su coño. ¿Y qué mejor regalo de boda para ambos que una buena polla negra en nuestra primera noche de casados? Lo hablamos e inmediatamente nos pusimos de acuerdo.

        El chico tenía una buena polla. Era un buen semental. Ella se dejó puesto el vestido de novia porque sí, por capricho. El chico la jodió en todas las posiciones posibles. Probó bien una polla negra. Fue una noche increíble. Cuando yo se la metí me dijo: ¡Cariño, cómo se nota la diferencia!


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